sábado, 22 de noviembre de 2014

Un canal de oscuridad



Todo está podrido. Todo está podrido hasta el tuétano.
Los tubos fluorescentes de esta iglesia, están preparando el futuro. Toneladas de residuos nucleares escondidos en bunkers bajo el suelo.
Mientras todos cantan a la alegría en este lugar, estamos escribiendo el futuro, el futuro de todos los seres que sufrirán las consecuencias de haber producido y acumulado todos esos residuos, que algún día, dejarán de estar seguros en sus recipientes ya no tan herméticos.
El tacto y el aspecto de mis dedos me recuerda al jamón cocido. Nuestra carne cortada en finas lonchas no se vería demasiado diferente una vez procesada del mismo modo.
Carne rellena de carne. Entrañas repletas de cadáveres. No hay ningún problema en esto. La muerte forma parte de la vida. La vida se nutre de la muerte.
El otro día acudí a la carnicería; sonrisas tensas, piezas de carne elegantemente expuestas.
Algunas personas creen que serían incapaces de matar a un animal para comerlo, y aseguran que sienten repudio sólo de pensarlo. Sin embargo acuden a la carnicería a comprar carne de animales asesinados por terceros, donde sus cadáveres ya han sido despojados de sus entrañas, pelajes, cabezas, y han sido descuartizados, expuestos tras la vitrina, bajo la luz de tubos fosforescentes. Animales condenados a la esclavitud de la jaula repleta de mierda, del antibiótico por vía oral, de las paredes sin amaneceres, del aire viciado y cargado de la granjas repletas de seres hacinados, mientras devoran el pienso transgénico, inconscientes de su inevitable destino.
Alguien vomita ruidosamente, elevando sus arcadas por encima de los cánticos divinos. Puedo sentir la suciedad en mí y en las personas de mi alrededor. Las texturas, poros, venas, arterias y capilares, agujeros y conductos, repletos de porquería, de toxinas, de densa flema. Cuerpos expulsando toda esa mierda cada mañana frente al espejo. Entrañas repletas de comida basura, bacterias anaerobias en los intestinos, neuronas y nervios dañados por los residuos ácidos, riñones y alvéolos pulmonares saturados, hígados y bazos inflamados, piernas hinchadas, la fragilidad de huesos porosos, y la amenaza de tumores silenciosos.
Y la gente preguntándose: "¿porqué yo?, ¿qué habré hecho mal?".
Siento la dignidad y la calma en la mirada del animal salvaje descansando plácidamente tras haber descuartizado y devorado cruda a su víctima; contemplando el atardecer, sintiendo el viento en su pelaje, escuchando el silencio de la llanura, o la sinfonía sin fin de la jungla. Hemos perdido esa simplicidad. La simplicidad de una vida digna de ser vivida, solitaria o en compañía. Cada generación más podrida y degenerada que la anterior, condenados a esta eterna perpetuidad de inconsciencia y mediocridad.
"Sin duda la culpa es de los políticos, ellos deberían poner soluciones", piensas mientras apuras el plato de macarrones. Tus excrementos llegarán después hasta la mar, en un chorro continuo de lodo apestoso e infesto.
Las lágrimas inundan mis ojos, y se derraman, deslizándose lentamente, acariciando mis mejillas.
Una sociedad que aclama por la felicidad, que continuamente se felicita y desea felicidad, es una sociedad hundida en la infelicidad.
Intuyo la angustia, la desesperación, y la tristeza, al recordar las sonrisas en las fiestas de cumpleaños.
Las personas a mi alrededor se miran de vez en cuando y se sonríen con las pupilas dilatadas, mientras leen las letras de las canciones que cantan al son de la guitarra. Yo sólo puedo mirar al suelo, o miro a mi alrededor sin fijarme en nadie en especial. Otras veces miro a mi hermano mayor; y él me mira haciendo ademán de sonreírme, pero yo no tengo motivos ni razones para sonreír, ni ganas de hacerlo. Sólo le miro fijamente mientras las voces siguen cantando alto y claro, como ángeles en pleno éxtasis de amor; le miro a los ojos mientras tuerzo la boca. Pero tengo los ojos abiertos, sólo puedo sentir esta siniestra, extrema y afilada lucidez, y un torbellino de emociones que se arremolinan en mi pecho, como esqueletos danzando al son de los cánticos, anunciando el apocalipsis, la catástrofe, el final.
Mientras todos cantan a Dios o a la virgen María, a la alegría o al amor, sólo puedo llorar y atragantarme con mis mocos. Me siento insignificante, nimio, un don nadie, completamente carente de importancia. Mis ropas me asemejan andrajosas, mi aspecto el de un vagabundo al lado de algunos de los presentes, pero, ¿y qué? La ropa no nos hace mejores o inferiores. Me pregunto cuántos de los y las aquí presenten creerán realmente en las cosas que están cantando, o cuántos siquiera entenderán lo que están diciendo.
Soy un canal de oscuridad. La oscuridad se expresa maravillosamente a través de mí.
Estoy rodeado de personas, pero esta opaca extrema y lucidez se ha convertido en mi única compañía, sin auto-engaños, sin apariencias.
No hay escapatoria posible, y aunque la hubiese no querría escapar de esto; al contrario, me siento sinceramente agradecido por todo esto. Ojalá esta oscura lucidez se quedara conmigo para siempre... Pero no ocurrirá así: el efecto de esta poción pasará.
Estos cantos son tan optimistas, tan alegres, tan jodidamente hermosos, que hacen resaltar aún más (si cabe) mi ensombrecida alma. Me abruma tanto, que apenas me consuela pensar que alguien más en este lugar pueda estar sintiendo un arrebato de sinceridad como este que me invade y destruye, me renueva, y me arroja al más oscuro abismo.
No somos inocentes. No hay nadie inocente aquí. Y ni las canciones más bellas, ni toda la buena fé del mundo al cantarlas, podrán cambiar ni un ápice esto.
Todo está podrido. Podrido hasta el tuétano.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Medicina de Tengu

Mil agujas
esperan ansiosas
penetrar tu carne.

martes, 4 de noviembre de 2014

A los lectores de este blog:

Desde este lugar desde el que escribo,
deslumbrado por la luz de monitor,
envuelto y arropado por la negrura de la noche,
la oscuridad que me rodea en esta habitación,
te mando un saludo, oh, apreciado lector.
Anónimo y silencioso desconocido,
nada se de quién eres, y sin embargo algo sabes tú de mí.
Pero es agradable saber que a veces pasas por aquí,
porque en el fondo entiendo que, si me lees,
es porque de alguna manera,
algo encuentras en este oscuro rincón acerca de ti.

El Teatro de la Crueldad

domingo, 2 de noviembre de 2014

MiwuTengu

Tengu cayendo.
Imagen de: Gat Cosmonauta.