El vacío, antes tan vacuo,
tan abismal.
La soledad, antes tan desoladora,
tan terrorífica.
Hoy siento que el vacío se desborda,
repleto de mi propia existencia, de mi sola presencia.
Hoy la soledad está bien acompañada,
yo soy su única compañía, y ella mi mejor compañera.
Justo hoy pensaba algo así... muchos días le temo a la soledad, a la de ahora y a la que vendrá, pero casi le temo más a la compañía forzada, a la farsa y a la sordidez de las relaciones humanas.
ResponderEliminarPor fortuna y/o desgracia, ahora estoy en un momento en mi vida en que me siento bien estando acompañado. No sé, quizá porque he aprendido a estar con quien quiero estar, cuando quiero estar, y hasta el momento exacto en el que ya no quiero estar.
ResponderEliminarPero la soledad, que antes me devoraba por dentro, se ha convertido en un santuario.