La cajera del super de mi barrio:
sus delgados brazos, sus finos y largos dedos,
sus enormes preciosos ojos;
su hermosa cara redondita...
Creo que nunca me había bien fijado en ella,
y eso que la conozco de hace tiempo atrás.
Hoy la contemplé con calmada y disimulada admiración,
mientras una cálida y agradable sensación
ascendía por mi tronco y se quedaba en mi rostro,
y yo en el suyo propio.
Afrodita, diosa del amor y la lujuria,
me diste un silencioso orgasmo, tu regalo.
Enamorado y traspuesto quedé,
y aquí sigo pensando en ella, maravillado.
No sé cómo se llama...
la cajera del super de mi barrio.
jueves, 5 de abril de 2012
lunes, 2 de abril de 2012
Dios / Satán
Dios
vino a visitarme el otro día, mientras hacía yo la siesta. Lo reconocí
por la sensación de paz, beatitud, ligereza, y bienestar que me
transmitió aquella fuerza sin forma que parecía tan cercana, y al mismo
tiempo ajena, externa a mí. Diría que sólo había pasado apenas unos
segundos flotando agradablemente imbuido en aquel limbo, cuando surgió
(esta vez de mis adentros) el sarcasmo puro, la risa, la burla hacia
aquel estado de embriagadez, de felicidad, de bienestar... Era Satán,
pude ver su cara. Era mi cara. Reía y sonreía con la boca entreabierta
mostrando sus afilados dientes. Aquel estado de serenidad y felicidad se
esfumó y en su lugar surgió de mi interior un sentimiento de poder
absoluto, el poder de la risa, capaz de burlarse de todo, desde lo más
profano a lo más sagrado. Entonces Satán y yo fuimos uno en la risa. Me
burlé de todo aquello que hasta entonces, como muchos otros, había
considerado deseable para mi propia vida: la paz, el bienestar, y la
felicidad.
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