lunes, 2 de abril de 2012

Dios / Satán

Dios vino a visitarme el otro día, mientras hacía yo la siesta. Lo reconocí por la sensación de paz, beatitud, ligereza, y bienestar que me transmitió aquella fuerza sin forma que parecía tan cercana, y al mismo tiempo ajena, externa a mí. Diría que sólo había pasado apenas unos segundos flotando agradablemente imbuido en aquel limbo, cuando surgió (esta vez de mis adentros) el sarcasmo puro, la risa, la burla hacia aquel estado de embriagadez, de felicidad, de bienestar... Era Satán, pude ver su cara. Era mi cara. Reía y sonreía con la boca entreabierta mostrando sus afilados dientes. Aquel estado de serenidad y felicidad se esfumó y en su lugar surgió de mi interior un sentimiento de poder absoluto, el poder de la risa, capaz de burlarse de todo, desde lo más profano a lo más sagrado. Entonces Satán y yo fuimos uno en la risa. Me burlé de todo aquello que hasta entonces, como muchos otros, había considerado deseable para mi propia vida: la paz, el bienestar, y la felicidad.