La cajera del super de mi barrio:
sus delgados brazos, sus finos y largos dedos,
sus enormes preciosos ojos;
su hermosa cara redondita...
Creo que nunca me había bien fijado en ella,
y eso que la conozco de hace tiempo atrás.
Hoy la contemplé con calmada y disimulada admiración,
mientras una cálida y agradable sensación
ascendía por mi tronco y se quedaba en mi rostro,
y yo en el suyo propio.
Afrodita, diosa del amor y la lujuria,
me diste un silencioso orgasmo, tu regalo.
Enamorado y traspuesto quedé,
y aquí sigo pensando en ella, maravillado.
No sé cómo se llama...
la cajera del super de mi barrio.
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