jueves, 1 de noviembre de 2018

Soberano

Durante la jornada de trabajo, cuando siento mi cuerpo a punto de desfallecer de dolor y cansancio, me digo a mi mismo: "Estás aquí porque quieres, no porque lo necesites. Estás haciendo ejercicio físico y cobrando dinero por hacerlo."
Así que me lo tomo como un entrenamiento marcial extremo. Un reto personal.
Como un soberano diabólico paseo bajo el sol, vestido como los demás trabajadores, riendo por dentro, aunque me sangren los tobillos y los pies parezcan no poder sostenerme por más tiempo. Riendo de todo ese teatro: las vallas, la seguridad, las pautas de comportamiento, los drones sobrevolando el cielo, la hipocresía humana...
Soy un don nadie a los ojos de jefes y encargados. El nuevo, el pringado. Desconocen el infierno que hay en mi interior. Y me encanta que así sea.

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